Bueno amigos, los años van pasando y siento que ya no soy el mismo, el tiempo me pasa factura día a día y realmente lo estoy sufriendo ya que mi deterioro se hace cada vez más notorio.
Mis fierros me chillan cuando intento girar a la cámara 2, mi vista no alcanza a divisar si son niños, conos o Fermines. Antes ponía 5 segundos desde mi rincón hasta donde estaba Cacho y hoy estoy poniendo un minuto y miedo teniendo que hacer dos escalas para calmar la fatiga y para tomar dos vasos de Actimel , la canción “ Boquita con Llave la tarareo porque apenas me acuerdo la letra , mancho a todos los niños de aceite cuando me entregan su chupete , trato de leerle los labios a Cacho cuando me cuenta las travesuras de los chicos porque apenas logro escucharlo.
Mi estado acá en el canal también es deprimente , los empleados entre semana me cuelgan ropa para que se les seque , la gente de seguridad se armó una garita con partes de mi cuerpo , me utilizan como la primer cosa pesada para que no se cierren las puertas por la corriente , los muchachos del correo guardan las encomiendas en mi caja de circuitos , en las fiestas de Canal Doce me usan como cambiador para los mozos.
En fin, si bien da para deprimirse, no me puedo quejar ya que aproveché minuto a minuto mis momentos de juventud, fui un robot bastante activo y que supo sacarle provecho a su fama.
Sábado Show me adjudicó varios romances entre ellos con la viejita de Decalegrón y con una multi procesadora Moulinex uno, dos y tres, pero el único cierto fue el de Laura en la década del 80. Me acuerdo que Cacho había viajado a México para tratar de colocar al arquero de su programa en las Chivas de Guadalajara y con Laura aprovechamos para alquilarnos un chalet en Cabo Polonio la primera quincena de Enero. Pensamos que nunca seríamos descubiertos por la prensa hasta que se me dio por comprar el País del Sábado y en la tapa ví mi foto con Laura cazando cangrejos en las rocas. Mi idea era no pisar nunca más Montevideo pero el agua salada y la arena me estaban pudriendo la carcasa o sea que no nos quedó otra que regresar y enfrentar la dura realidad.
A partir de ahí mi relación con Cacho se volvió insostenible y me sometió a varias torturas como obligarme a nadar 15 piletas diarias estilo crol en la piscina abierta del Bohemios y utilizarme como baño químico en cada uno de sus recitales.
Pese a todo lo que sufrí , ocho años después , con Laura nos escapamos un fin de semana al camping de Jaureguiberry mientras Cacho se encontraba internado en un clínica en Rumania viendo si se le podían correr la verruga un par de cm hacia la oreja porque no se podía dejar la barba en forma de candado.
Bueno, no los quiero saturar más narrando éstos momentos agridulces que me tocaron vivir y si Torraca me presta nuevamente su Laptop espero volver a escribirles más detalles sobre mi niñez y mi accidente en el Rock and Zamba del Parque Rodo a fines de 1978
Mi estado acá en el canal también es deprimente , los empleados entre semana me cuelgan ropa para que se les seque , la gente de seguridad se armó una garita con partes de mi cuerpo , me utilizan como la primer cosa pesada para que no se cierren las puertas por la corriente , los muchachos del correo guardan las encomiendas en mi caja de circuitos , en las fiestas de Canal Doce me usan como cambiador para los mozos.
En fin, si bien da para deprimirse, no me puedo quejar ya que aproveché minuto a minuto mis momentos de juventud, fui un robot bastante activo y que supo sacarle provecho a su fama.
Sábado Show me adjudicó varios romances entre ellos con la viejita de Decalegrón y con una multi procesadora Moulinex uno, dos y tres, pero el único cierto fue el de Laura en la década del 80. Me acuerdo que Cacho había viajado a México para tratar de colocar al arquero de su programa en las Chivas de Guadalajara y con Laura aprovechamos para alquilarnos un chalet en Cabo Polonio la primera quincena de Enero. Pensamos que nunca seríamos descubiertos por la prensa hasta que se me dio por comprar el País del Sábado y en la tapa ví mi foto con Laura cazando cangrejos en las rocas. Mi idea era no pisar nunca más Montevideo pero el agua salada y la arena me estaban pudriendo la carcasa o sea que no nos quedó otra que regresar y enfrentar la dura realidad.
A partir de ahí mi relación con Cacho se volvió insostenible y me sometió a varias torturas como obligarme a nadar 15 piletas diarias estilo crol en la piscina abierta del Bohemios y utilizarme como baño químico en cada uno de sus recitales.
Pese a todo lo que sufrí , ocho años después , con Laura nos escapamos un fin de semana al camping de Jaureguiberry mientras Cacho se encontraba internado en un clínica en Rumania viendo si se le podían correr la verruga un par de cm hacia la oreja porque no se podía dejar la barba en forma de candado.
Bueno, no los quiero saturar más narrando éstos momentos agridulces que me tocaron vivir y si Torraca me presta nuevamente su Laptop espero volver a escribirles más detalles sobre mi niñez y mi accidente en el Rock and Zamba del Parque Rodo a fines de 1978