Toda ciudad tiene sus personajes. Algunos piensan que están locos. Otros los admiran por romper con la convencionalidad de las grandes urbes. Como sea, Bismarck recorre Montevideo disfrazado de Spiderman. No pide dinero (ni es auspiciado por Marvel) ni tiene súper poderes, pero si una forma de hacer el bien: terminar con el abandono. Para lograrlo, comparte y conversa con niños (y sus padres) aprovechando los segundos que pasa con ellos al “tatuarlos” o tomarse una foto juntos.
Pero como todo súper héroe necesita un narrador, Marcelo Isarrualde, un uruguayo radicado en Barcelona, reemplazó las viñetas por fotografías y llevó a Bismarck de lo real a lo fantástico. Con ustedes, Bismarck, el hombre araña uruguayo.
Por Francisco Franetovic / Fotografías: gentileza Marcelo Isarrualde
El sol pegaba con fuerza en Montevideo pasadas las cuatro de la tarde de un sábado. El barrio Prado permanecía tranquilo: la humedad y los treintaitrés grados no permitían que fuera de otra forma. En los parques, la gente tomaba mate como si se tratara de agua con hielo.
En plena Avenida Millán -una de las principales arterias de Prado- el museo Juan Manuel Blanes recibía a unos cuantos curiosos. Lo típico: una antigua casona que alberga fundamentalmente pintura, objetos y bosquejos. Obras de Pedro Figari y del propio Blanes. Todo muy museable.
O bueno, casi todo. A un costado del frontis del museo, una gigantografía anunciaba la exhibición de Bismarck, el hombre araña uruguayo.
Raro.
Y claro, resultaba al menos anecdótico encontrarse con la figura de un súper héroe en un museo de Bellas Artes. Era como si en el Teatro Municipal de Santiago tocara la Bersuit. Como dijo un tal Francisco Campos: al cómic siempre se le ha visto como una rama inferior dentro de sus similares. El rock lo mismo, digo yo.
Pero bueno. Lo que había en el museo no era una adaptación charrúa del cómic de Stan Lee y Steve Ditko. Ni siquiera tenía algo que ver con Peter Parker. Era Bismarck, un uruguayo que lleva más de veinte años haciendo el bien -a su manera- vestido de Spiderman.
Marcelo Isarrualde (arquitecto uruguayo radicado en Barcelona) pasó varios veranos fotografiándolo y conversando con él, mucho antes de que fuera reconocido por algunos. Y lo que se exhibe -aún- en la sala temporaria del museo Blanes es una colección de diecinueve fotografías de Bismarck en su hábitat natural, más un video de quince minutos.
Con la muestra, Isarrualde intenta narrar el mundo de Bismarck desde la perspectiva de la fantasía. No hay viñetas pero si ambientaciones coloridas y transformadas. Lo real se deshumaniza y adquiere vida propia. Se trata del personaje, más allá de Bismarck, el hombre de carne y hueso.
Isarrualde versus Bismarck
Bismarck Pino: entre Peter Parker y John Lennon
Bismarck es su nombre real (en Uruguay se suele adoptar apellidos extranjeros como nombres) y Pino su apellido. Nació en Montevideo y fue criado en el campo, en algún rincón del departamento de San José.
En Montevideo no hay Central Park, pero sí Parque Rodó. Y si a Peter Parker le cambió la vida la picadura de una araña, a Bismarck le provocó el mismo efecto el abandono de sus padres. Y es que tal como el ficticio protagonista del cómic original, Bismarck fue criado por una tía, con la diferencia de que sus padres no estaban muertos.
Por otro lado, John Lennon era visitado periódicamente por su madre, mientras que su padre apenas tuvo contacto con él. Con Bismarck pasó al revés: su padre lo visitaba periódicamente, en tanto que su madre brillaba por su ausencia, hasta que un día la conoció. En esa oportunidad, ella negó públicamente que se tratara de su hijo.
La desilusión fue tan grande que poco tiempo después -un año- se probó por primera vez el traje de Spiderman para un concurso de disfraces. Y nunca más lo dejó.
Corría 1975.
Luego vinieron años de circo durante los cuales Bismarck repartía su tiempo entre trabajar en construcción y hacer de Spiderman. Recién en 1994 se dedicó de lleno a su “externo” (así se refiere a su alter ego con personalidad propia), el hombre araña uruguayo.
Desde entonces, Bismarck -el hombre uruguayo- se gana la vida en el Parque Rodó, donde por unos veinte y tantos pesos uruguayos (poco más de un dolar) se deja fotografiar -como Bismarck, el “externo”- con su Polaroid.
Y no es que haya adoptado el oficio de personificador, como tantos otros. Marvel no tiene nada que ver y, en general, nadie lo apoya con dinero, aparte de la gente que se toma fotos con él.
Lo de Bismarck va por otro lado.
A partir de su infancia marcada por la soledad y una seudo-orfandad, se sintió llamado a hacer el bien. Y no precisamente atrapando delincuentes. Lo suyo es intentar que las nuevas generaciones no sufran el trato que el tuvo de parte de sus padres. Estaba traumado -en sus propias palabras- por la relación que tuvo con ellos, bastante alejada del paradigma madre-padre-hijo.
Como Spiderman, “externo”, dice haber superado esa frustración. Sin embargo, sigue impresionándose del mundo de hoy. Y está convencido que hablando con ellos -padres e hijos- evitará vivan situaciones como la suya. Es su propia forma de hacer el bien.
Bismarck en el Parque Rodó
De Bismarck a “externo”
La rutina de Bismarck es más o menos así:
A las siete de la mañana se viste de Spiderman y, con sólo unos mates en el cuerpo, sale a trabajar. Todo, siempre y cuando no llueva. Lo importante es que haya gente en las calles.
Una vez instalado, sea en el Parque Rodó u otro lugar, muchos niños se asustan y se alejan de él. Otros, en cambio, lo miran con curiosidad. Los más osados le proponen tomarse una foto juntos. Obviamente, Bismarck siempre accede de buena gana. Jamás le diría que no a un niño.
Toman la foto y, mientras se revela, conversa con padres e hijos. Lista la foto, pago mediante. Pero para él nada ha terminado. Al despedirse, nunca olvida aconsejar a los niños a que colaboren en sus casas y recordar a los padres la importancia de darle a sus hijos lo que él nunca tuvo: cariño.
Tampoco pierde la oportunidad de “tatuar” (lo hace con plumón) un arácnido en los brazos de los que así lo deseen.
Y así, puede pasar horas y horas, con o sin dinero de por medio. Lo importante es conversar, moralizar y crear conciencia. “Darle una mano a la gente”, dice. La misma mano que le resultó esquiva.
A eso de las once de la noche regresa a su casa sin antes comprar algo para comer. Todo, como “externo”. Según él, quedan todos sorprendidos. Y como no: ver haciendo mandados a un tipo disfrazado de súper héroe no se ve todos los días.
Y de vuelta al mate, que, incluso como “externo” no puede evitar. Después de todo, no se trata de Bismarck Pino o del hombre araña a secas. Es Bismarck, el uruguayo que encontró en el traje de Spiderman su lugar en el mundo.
Nota: Todas las fotografías son de Marcelo Isarrualde. Pueden revisarlas en una mejor resolución en este link.
Videos
Entrevista a Bismarck Pino, El Spiderman uruguayo
Entrevista a Marcelo Isarrualde
Entrevista a Marcelo Isarrualde (Canal 5, Montevideo, Uruguay)