Son detalles de naturaleza morfológica
Primera hipótesis. Detalles morfológicos
Ya le he apuntado que no son pocos los parecidos razonables entre ambas identidades, y que para más inri, lo que es peor, están bien a la vista. Entre estos detalles morfológicos: tienen el mismo pelo, estructura física semejante, iguales facciones, la misma voz, etcétera.
¿Cómo se pueden justificar tantas semejanzas entre dos identidades, si no es porque pertenecen a la misma persona?
Pues la verdad que mal. Muy mal. En el desesperado intento por hacer posible lo imposible, se han esgrimido los argumentos más peregrinos. Entre otros:
a) Argumento capilar. Según el cual, el simple hecho de peinar a Superman con su clásico rizo en la frente y a Clark Kent con su engominada raya al lado, es más que suficiente para despistar al más avispado de los metropolitanos.
Nadie que los viera se podría imaginar, ni por asomo vamos, que son la misma persona.
b) Argumento estructural. O lo que es lo mismo, ambos personajes tienen un físico bien diferente ¿Qué cómo lo consiguen siendo una única persona? Bueno, pues muy fácil.
Cuando es Superman se pone derecho, con la cabeza erguida y los hombros altos. La típica imagen esperable en un superhéroe. Mientras que cuando interpreta al periodista, entonces, encoge su cuerpo y arquea su espalda.
Muestra así una contextura física totalmente diferente. Lo que hace imposible que nadie se dé cuenta de que son la misma persona.
c) Argumento de la actitud. Es el tercero de los apoyos. Si los dos primeros eran de carácter físico, éste lo es psicológico.
La diferenciación entre ambas identidades se ve aún más reforzada, por el desigual comportamiento que muestran.
Mientras Superman se manifiesta como un ser inteligente, con varonil tono de voz y una apostura, valentía y seguridad que impresionan, Clark es la antítesis.
En el pusilánime periodista resulta más que patética su impostada timidez, torpeza física, dubitativo hablar, humana cobardía, etcétera.
De modo que no pueden ser la misma persona. Está claro.
d) Argumento de la simulación. Por si no les parecen convincentes las tesis anteriores, aún queda una más: la del disfraz. No olvidemos que Superman oculta su personalidad a los terrícolas con un astuto y doble disimulo ornamental.
Me refiero, claro, al sombrero que cubre su cabeza y los lentes de marcos gruesos que monta en su nariz. No sólo complementan la maniobra de despiste sino que las gafas, además, ofrecen un argumento refutativo y añadido de lo más lógico.
Ahí va. El superhéroe no puede ser el periodista, por la sencilla razón de que éste necesita gafas para ver y él tiene supervista. Todo el mundo sabe esto. O sea que no pueden ser la misma persona. O sea.
Bien. Hasta aquí por hoy. Comprenderán que no entre a refutar el argumentario que, por otro lado, se basta y sobra por sí mismo para invalidarse y descalificarse.
Estarán conmigo que lo más probable que nos ocurra, si cambiamos de peinado, nos ponemos gafas, usamos sombrero, …, es que nos digan, como mucho, que nos sienta bien o mal. Si nos favorece.
Pero de ahí a que dejen de reconocernos, dista un abismo