Los premios Darwin se otorgan a las personas lo suficientemente estúpidas como para morir en situaciones de riesgo provocadas por su poca inteligencia, pero cuya eliminación del mundo de los vivos impide que los genes de su estupidez se sigan transmitiendo.
(Diciembre de 1988, Rumania)
Este es uno de los Premios Darwin más extraños que he leído, y aunque la narración del evento es algo más larga que lo que transcribo, he aquí el meollo de la aventura:
Dos trabajadores de una fábrica de producción de aluminio en Rumania, decidieron jugar un poco con una manguera de aire presurizado. Comenzaron arrojándose aire el uno al otro para eliminar el polvo de sus ropas, pero después comenzaron a ocurrírseles otras cosas…
Uno de ellos se bajó los pantalones y comenzó a echar aire en sus genitales, lo cual al parecer le resultó bastante placentero. Pero no se detuvo ahí. Acto seguido, se inclinó hacia adelante, y le dijo a su compañero que metería la manguera en su trasero, para inflarse un poco y producir unos pedos estruendosos. El otro pensó que su amigo estaba bromeando, pero no era así: El futuro ganador del Premio Darwin introdujo la manguera en el orificio y liberó seis atmósferas de presión, reventando su intestino y muriendo de forma casi instantánea por las hemorragias internas que esto le provocó
Premio Darwin: Concedido